Por Estefanía
Heit de Olivera
Cartas desde la
cárcel: Capítulo 3
“El
patrón del mal” suarense
Esto
le escribí a la Presidenta en noviembre de 2013 y es lo que supe hasta
hace tres años atrás, el 12 de noviembre
de 2012, fecha en que me arrestaron. Quizás las personas mencionadas fueron
removidas, cambiadas de área o quizás estén en el lado opositor, quizás también
el mecanismo corruptible haya cambiado sus formas, sus caras, su aparato de
ejecución. Lo cierto es que, más allá de todo; la gente merece saberlo porque
si esto pasaba en un pueblo, imaginen lo que esconden las grandes urbes.
En
2005 trabajaba en un programa de espectáculos en la AM local cuando Marcelo, un
oficial de policía me contó que quienes realizarían la distribución de la droga
en Coronel Suárez por aquellos tiempos, sería el hijo de un político de
renombre y sus cuatro amigos llamados “los intocables”. El político era
opositor de Moccero pero estaba “negociando” su pase al oficialismo. Según el
oficial de policía, Moccero recibiría ganancias del negocio pero el manejo de
la logística se lo adjudicarían a su hermano Gustavo. Por aquel entonces, el
consumo se concentraba en la plaza céntrica frente a la Municipalidad. Se
detenían consumidores o vendedores de poco porte pero nunca caían los “peces
grandes”.
El
oficial de la agencia antinarcóticos de Bahía Blanca, Víctor; confirmó que la
droga partiría, en aquel momento, de Punta Alta, Bahía Blanca y Tres Arroyos; llegaría
a una confitería local (ya no existe) y de ahí se distribuiría entre quienes la
comercializaban en los diferentes puntos de la ciudad. En algún momento la
confitería también habría distribuido, a través de “los intocables”, de Coronel Suárez a otras localidades turísticas donde tenía
sucursales.
En
2007 entrevisté a uno de los miembros del grupo quien afirmó que abundaba la
cocaína y en menor medida los psicofármacos, que Moccero sería la cabeza del
negocio porque su hermano era “inconsistente” y que también harían traslados de
pequeñas cantidades a Lamadrid, Bolívar, Las Flores, Necochea, Mar del Plata y
Bariloche, entre otras localidades donde participarían funcionarios municipales
acompañados de efectivos policiales quienes ayudarían a sortear los obstáculos
que se presentaban en algunas camineras de control policial.
En
2010, otro de “los intocables” inauguró una empresa relacionada al ámbito
vehicular y un bar. El primero serviría para las transacciones con los policías
y funcionarios mientras que en el bar efectivizaría la comercialización. Cuando
un funcionario le habría informado que los costos del protectorado habían
aumentado, se habría negado a pagarlos. Una semana después, un allanamiento a
cargo de Frandzen le habría incautado cocaína y marihuana. El precio por la
libertad habría sido de medio millón de pesos y la causa habría quedado
encajonada en algún mueble de la Ayudantía fiscal local.
Desde
2006, Moccero empezó a escalar en las esferas provinciales y su nombre se hizo
notorio. El político opositor ahora era su funcionario de confianza, un hombre
astuto en el negocio ilegal y quien le habría sugerido a Moccero ampliar el
ámbito de distribución y comercialización: “¿Quién va a indagar en un pueblo
chico de los tantos que hay en la provincia? Mantené a la gente contenta y
distraída. Juntá la plata y convertite en el Gobernador de la Provincia como
quiso hacer tu papá y el corazón no lo dejó llegar. Cumplí vos el sueño de tu
papá” le habría dicho al jefe comunal.
Así
habría empezado por ampliar el área de distribución hacia otras provincias y
ciudades turísticas como Sierra de la Ventana, Tandil, Monte Hermoso, Mar del
Plata, Bariloche y Córdoba, entre otras; donde Móccero tendría propiedades,
hoteles, testaferros y contactos políticos.
Sabía
que podría asegurar la rentabilidad y evadir cualquier amenaza contra su
castillo de ladrillos blancos, asegurando su fortaleza local: inauguró la
policía científica, la departamental de investigaciones, la DDI, la comisaría
de la mujer, la ayudantía fiscal y desde hace años pretende concretar la
instalación de la oficina de narcotráfico, así sus funcionarios tendrían
control de las causas y denuncias antes que lleguen a tribunales y de paso
“plantaría” alguna que otra prueba a los opositores como el secuestro de 100
plantas de marihuana que se incautaron a un joven que vivía cerca de la casa
del secretario de gobierno.
La
visita del entonces Presidente Néstor Kirchner a Coronel Suárez a mitad del año
2007, lo catapultó como el “intendente preferido” y el líder absoluto de las
dependencias provinciales y nacionales. Sus últimas adquisiciones fueron
Frandzen a quien le “recomendaron” como jefe de la DDI, la jefa de la Comisaría
de la Mujer y “sugirió” a la Dra. Villagra para la Ayudantía Fiscal. Los tres
venían de Punta Alta.
“Ezequiel
37”, es el seudónimo de un narcotraficante de Punta Alta radicado hace unos
años en un país limítrofe tras fugarse con su esposa e hijos con el aval de la
policía. La causa judicial por la que decidió evadirse se la habría “armado” su
ex socio con la pretensión, sin éxito, de desbaratar la nueva sociedad que “Ezequiel
37” habría empezado con un narcotraficante cordobés con quién habría sido fotografiado
varias veces y cuyas imágenes constarían en el juzgado bahiense encargado de la
investigación.
Tras
un allanamiento que se le practicó en su departamento, donde incautaron algunas
tizas de cocaína que “Ezequiel 37” tenía para consumo personal, se habría escondido
en la vivienda de su hermano en Punta Alta, luego se habría trasladado a lo de
su cuñado en Monte Hermoso, de allí a Coronel Suárez y por vía aérea, habría
volado hasta la triple frontera donde el tío de su esposa, policía de frontera
de profesión; le habría facilitado el acceso al país donde continuaría con su
negocio de “mecánico y cheff”; relató Elizabeth, esposa de “Ezequiel 37” y
amiga personal de unos abogados bahienses.
La
principal vía de distribución usada por Moccero, habría sido la aérea por ser la
más directa, confiable y rentable. Mejoró las instalaciones de la aerostación
local e impidió el acceso de gente que hasta ese momento era abierto al
público. Reestructuró la sala de recepción donde colocó mobiliario nuevo y
confortable; y prohibió que el agente del servicio meteorológico que trabajaba
allí, usara el baño justificando tal prohibición en que el joven no tiraba la
cadena cuando en realidad habría servido algunas veces de aguantadero al tiempo
que eliminaba “ojos y oídos” sobre sus “negocios”. También repavimentó la pista
de aterrizaje y destinó las hectáreas del campo lindante a la construcción de
un parque con lago artificial el cual llamaría “Daniel Scioli”.
Los
aviones iban y venían todas las semanas, algunos trasladarían algún funcionario
provincial o a “nadie”. Siempre le darían la bienvenida el propio Moccero o
algún funcionario municipal de plena confianza. Se concretaban algunas
reuniones en la sala de recepción o bien en el campo privado del intendente
situado a metros de la aerostación. Los aviones que transportaban a “nadie”
nunca eran anunciados y serían los que trasladaban la “mercancía” digitada por el
jefe comunal o bien, como el caso de “Ezequiel 37”, a algún narcotraficante de
otro lugar.
También
habría usado la vía marítima y la terrestre pero en menor escala por ser más
“inseguras” o bien porque también “chocarían con otros intereses”.
Para
la distribución marítima, Moccero habría usado a sus contactos de Punta Alta,
Monte Hermoso o Mar del Plata.
En
cuanto a la distribución terrestre, habría usado el corralón de materiales de
su propiedad y el Frigorífico Municipal de Huanguelén a través de la barraca de
curtiembres que, en ese entonces tenía el director de dicho frigorífico, Julio Hoffman,
quién fuera denunciado por su ex pareja por mantener “negocios ilícitos” pero
sin obtener resolución judicial.
En
el 2007 Hoffman estaba superando la crisis económica que sufría el negocio de
las curtiembres y planificó instalar una sucursal en la localidad de Huanguelén
que se dedicaría a los cueros emanados del Frigorífico Municipal; según me
confirmó el propio Hoffman, en una nota para el periódico donde trabajaba en
aquel entonces.
Cuando
Moccero inauguró el frigorífico con la presencia de funcionarios provinciales,
nombró a Hoffman como director “Ad Honorem” sin percibir salario alguno “porque
como se trata de un emprendimiento municipal que recién se inicia, él va a
colaborar con nosotros” habría dicho el intendente en la inauguración. Al poco
tiempo, Hoffman se convirtió en un estandarte: compró autos y camionetas 0
kilómetro, amplió su negocio de curtiembres con la instalación de tecnología de
última generación y tenía una vida social activa. Financiaba sus gastos sólo
con la curtiembre, considerado un negocio poco rentable por aquellos tiempos y
la realidad es que, la comercialización de los cueros obtenidos del Frigorífico
no generaba tanta rentabilidad.
El
emprendimiento municipal del Frigorífico generaba déficit en cada balance
semestral y sólo empleaba a 30 personas. No obstante, la insistencia de Moccero
para mantenerlo abierto y el padrinazgo de un funcionario provincial habrían garantizado
el funcionamiento de un emprendimiento que sólo generaba pérdidas económicas,
algún escaso beneficio en la venta de cueros pero que ofrecería condiciones
perfectas para el transporte de “sustancias” y su posterior distribución bajo
el “camuflaje” de los cueros y de la carne; además ofrecería óptimas
condiciones territoriales por la ubicación del lugar, que tiene accesos
directos por ruta y por camino de tierra tanto a Coronel Suárez como a Buenos
Aires capital que despistarían cualquier amenaza de un competidor. Quizás esta
sea la razón, lo digo como pensando en voz alta, por la que el intendente
decidió vender unas hectáreas bien ubicadas cerca de la ciudad de Olavarría
para comprarse otras, menos valiosas, en cercanías de Huanguelén; o quizás
también sea la razón por la que uno de sus testaferros, dueño de una
panificadora local; haya sido amenazado hace algún tiempo.
A
medida que habrían crecido su “negocio” y las ganancias, Moccero habría accedido
a tener “gentilezas” con algunas personas que colaboraron con él en diversas
circunstancias.
Así
en diciembre de 2011, cinco jóvenes suarenses a bordo de una Ford Eco Sport
color gris oscura fueron demorados en la caminera policial de la ciudad de
Necochea por transportar en una valija: cocaína, marihuana y un poco de LSD.
Iban hacia Mar del Plata. Tras un llamado y
6 horas de demora, fueron dejados en libertad sin que exista registro
alguno en una denuncia penal. El comisario de Coronel Suárez, Rubén Fernández
dijo que se habría tratado de “sustancias para consumo personal” mientras que a
través de una carta pública, uno de los jóvenes trató de defenderse aduciendo
que eran “medicamentos por si se enfermaban”.
Dos
meses después del hecho, en la cuenta de Facebook de uno de los jóvenes se
publicaron fotografías de una fiesta que compartieron, días después del hecho, junto
al subcomisario Martín Otero.
Otra
de las “gentilezas” del jefe comunal fue captada por mi filmadora personal (que
fue secuestrada hace 3 años junto a computadoras y celulares pero nunca me la
devolvieron pese a no haberlas utilizado), el día que el vicepresidente Amado
Boudou visitó la ciudad en calidad de Presidente interino. El acto se concretó
en la cancha de Básquet del Centro Blanco y Negro un día con lluvia torrencial.
El secretario de transporte del intendente, “Turco” Seki, habría entregado
paquetes con “mercancía” a los referentes de un sindicato local para que
distribuyeran entre algunos gremialistas presentes. No tardaron en ejecutar la
acción y de repartir el regalo que fue aceptado con entusiasmo por algunos presentes.
Tampoco
se habrían escatimado “gentilezas” con algún que otro efectivo policial cuando,
por ejemplo, en la inauguración de luminarias en el acceso de Pueblo Santa
María, el secretario de gobierno, Gustavo Di Battista; habría fumado un cigarrillo
de marihuana junto al policía encargado de cortar la circulación vehicular de
dicho acto quien, además de consumir sustancias, se inyectaría anabólicos mientras
porta un arma 9 milímetros cuando custodia la seguridad del pueblo. El
acontecimiento fue captado por mi teléfono celular que tampoco se me restituyó
desde hace 3 años.
Con
la diputación provincial en sus manos, Moccero habría ampliado los márgenes del
negocio que mayor rentabilidad le deja. Seguramente amplió sus contactos, su
alcance de distribución y el monto de sus cuentas en Suiza a costa de arruinar
vidas, futuros y poner en peligro constante la seguridad de los ciudadanos que
continuamente realizan acciones para erradicar el consumo de drogas a nivel local.
La meta y el sueño familiar puede más: Moccero desearía lograr la Gobernación
de la Provincia de Buenos Aires en algún momento y para eso necesita contar con
recursos económicos y contactos que le abran las puertas que su intelecto no le
permite alcanzar.